De las plenitudes diversas,
carencias llegan como tímidos acordes
y te agarras a una de ellas,
frágil como un hilo deshilachado,
para intentar retomar
la vía,
el modo de alcanzarla,
para al final,
ni tan siquiera rozarla
con la punta de los dedos
y empinándote, encaramada
sobre las losas que aplastan
la rutina diaria inevitable.
De las plenitudes diversas,
cuánta gana de volver a tenerlas,
a vivirlas, a disfrutarlas,
pero apenas nos llegan retazos,
pinceladas, tímidos acordes,
junto a los recuerdos
intactos
de las carencias...
©María José Gómez Fernández
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