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miércoles, 13 de febrero de 2019

Como negar las estrellas

Osos polares emigran del Ártico;
Trump se burla del cambio climático.

Sirios, senegaleses, marroquíes,
hondureños, mexicanos, venezolanos
y ciudadanos de más países
emigran de su lugar de origen;
otros cierran sus fronteras,
levantan muros, se arman y defienden
contra los pobres, para ellos, delincuentes.
Como esos de los barcos
que se pierden en el Mediterráneo
sin encontrar puerto abierto,
mientras otros atraviesan el Estrecho
en los bajos de camiones
o apilados en pateras,
porque huir es urgente,
porque la vida no espera.
En la puerta de la calle
duerme acurrucado un sin techo
posiblemente desahuciado
o desheredado de la Tierra,
intentando sobrevivir,
como aquel que rebusca comida en la basura
o el que acude a comedores sociales,
en tanto los políticos se miran
cada uno su ombligo,
preocupados por ocupar el sillón del poder,
entretenidos en desprestigiar al contrario,
buscando trapos sucios que lavar
en la manifestación del domingo,
acusando de inconstitucionales a unos,
de golpistas a otros,
sin ver que en sí
todos pecan de lo que critican,
envueltos en sus mantos de reconquista.
Una locura se cierne en Venezuela,
todos vuelven la cara y se implican
bajo excusas humanitarias;
solo les mueve el petróleo que guardan.
Otro gallo cantaría si en lugar de crudo
albergaran zumo de naranja.
Hipocresía que nos aniquila,
intereses creados, alimentados por la codicia,
negando evidencias,
sin ver la viga en el ojo propio
mientras se despelleja al de la paja
en mirada ajena.
Huracanes más frecuentes,
tormentas más cruentas,
subidas y bajadas de temperaturas extremas,
especies en extinción,
tierras que se inundan
y otras que se secan;
unos dicen que se acerca una glaciación,
otros dicen que es por tanto explotar el planeta,
unos que es el efecto invernadero,
otros que son ciclos de la Tierra.
Osos polares emigran del Ártico;
Trump niega el cambio climático.
En mi país crece la delincuencia,
la violencia de género,
la desigualdad, la miseria;
tres millones de parados y subiendo,
y ¿a quién le importa realmente?
si es más urgente ganar a toda costa
las próximas elecciones,
ofreciendo mentiras como promesa y programa.
La bola de nieve sigue creciendo…
Osos polares emigran del Ártico;
Trump se burla del cambio climático.
©María José Gómez Fernández.
Originalmente publicado en El Doblao del Arte.

lunes, 30 de abril de 2018

Defensa de la autoestima ante la cobardía en manada


¡Cómo pedir CLEMENCIA!, si temía más por su vida que por su integridad física, que estaba siendo seriamente perjudicada. Mientras se la pasaban como una pelota de mano en mano, de un cuerpo a otro, de un miembro viril a otro, despojándola de sus ropas, destrozadas, desgarradas, se sintió como una AMAPOLA que deshojan.

Habrá quien lo juzgue como acoso, pero durante la brutal violación optó por evadir su humillación, dolor, impotencia y sufrimiento imaginando que paseaba contemplando el RIELAR de la LUNA en los charcos de las calles recién regadas, para enseguida mascullar que jamás podría olvidar aquella FIESTA.

©noahherrera, libre de derechos


©María José Gómez Fernández

Publicado para Cinco Palabras y Mar Olayo en su convocatoria RELATO DE MAYO (I) 2018: LA ACTRIZ ALICIA BORRACHERO @BORRACHEROALI

lunes, 23 de abril de 2018

Aprendiendo a no ser débil


Mientras emitían la noticia en televisión se empleó a fondo para poder seguir la noticia y no perder el hilo de los comentarios que iban produciéndose entre los demás telespectadores del pequeño bar. La mañana lucía espléndida para oír tanta miseria humana, la del crimen y la de los televidentes. Un nuevo caso de violencia doméstica salpicaba los cafés y las conversaciones, salpicaba al verdugo y a las víctimas, como una mácula irresistible a cualquier producto de limpieza, que a su vez podía ser conato para iniciar una discusión y un debate sin más ánimo que desahogar la bilis.

-Desde luego, vaya tela, ¡anda que se habrá quedado bien tranquilo, el muy cabrón!
-Pero, digo yo, que algo habrán hecho "pa" que el hombre haya reaccionado así.
-¡Sí, claro, vamos a buscar excusas!. Que se las ha "cargao" porque se estaba separando y no soportaba el rechazo, no te digo, el típico que dice "si no eres mía no eres de nadie".
-¡Un hijo de puta en toda regla!.
-¿Y qué habrá pasado hoy para que haya reaccionado así?, porque dicen sus vecinos que el hombre era bien tranquilo, bueno, un tío normal y corriente, que nunca había dado problemas.
-Que la mujer se habrá "echao" un novio y el hombre no ha podido aguantar verse de segundo plato.

©isabellaquintana, libre de derechos


El ambiente se iba cargando cada vez más, hasta el punto que a Susana el café empezó a saberle a rayos, no solo por la desgracia que relataba el informativo con escabroso y morboso lujo de detalles, sino por la desgracia de formar parte de una sociedad que se empeña en juzgar en base a una noticia, sin conocer el caso concreto, sin abundar en la problemática del entorno de esa desgracia; una sociedad que debería de preocuparse más en buscar la raíz del problema para solventarlo, de buscar la ayuda de profesionales, de alertar cuando detecten un posible caso de violencia de género. Todo aquel gentío defendiendo su parcelita de opinión y juicio era tan peligroso como el maltratador en sí, que busca un culpable para excusar su acción, que justifica su proceder escudando su ejecución en una jerarquía de dominante y dominado.

Susana salió del bar, rumbo a su trabajo en la Unidad de la Mujer, donde enseña a otras mujeres víctimas a romper su círculo de aislamiento, a asumir que no tienen la culpa del maltrato, a reaccionar.


©María José Gómez Fernández
Con este microrrelato participo en la convocatoria #relatosCulpa de @divagacionistas (abril, 2018).

Publicado en recopilación de relatos de @divagacionistas

sábado, 10 de febrero de 2018

Macabra rutina


Una vez más esa inquietud. Guardó el pañuelo de SEDA y salió en busca de una nueva presa. La engatusó con facilidad y sin usar la FUERZA se dispuso a arrebatarle el ALMA. Una voz interior lo empujó a SEGUIR, hasta que se dibujó una expresión perdida en su ROSTRO.

Imagen ©geralt, libre de derechos


©María José Gómez Fernández

#Con_5_Palabras

https://twitter.com/MJoseGomezFdez/status/962103985296564224

domingo, 21 de enero de 2018

NI UNA MÁS...

Cuando sonó el portazo se acercó con sigilo a la puerta, y asustada, como un perrito apaleado, comprobó por la mirilla cómo se alejaba.
Con la respiración agitada, el corazón se le salía del pecho, sería ahora o nunca. Ante tanta humillación ya no podía seguir comportándose con mesura y sumisión.
El tiempo de espera se acabó.
Era hora de mostrar rebeldía ante el maltrato y los insultos, los golpes y las amenazas. Rápida, y con la implicación de su yo más valiente, tomó a su bebé, recogió cuatro cosas, y se marchó, muerta de miedo, pero llena de vida.


Imagen ©Pezibear -libre de derechos-.

©María José Gómez Fernández
Mi contribución a Cinco Palabras, relato de enero (IV) 2018.

Leído en Onda Cero Sierra y publicado en el canal de Cinco Palabras en YouTube.


Quiero compartir este vídeo y este momento con todos los seguidores del blog.

Ayer por la mañana (25/01/2018) un mensaje en twitter de @MarMarOlayo me ilusionó de nuevo  porque mi microrrelato les había gustado y iba a ser leído en un programa de Onda Cero Sierra; sirva este relato como homenaje a la fuerza de tantas mujeres que sufren violencia de género y tienen la valentía de romper el círculo de la desesperación para continuar viviendo dignamente.

Gracias a la Asociación de Escritores Solidarios Cinco Palabras y al programa de @moniccaRM -Mónica Rodríguez-, de @OndaCeroSierra por esta fabulosa y generosa labor, humana y rebosante de diferentes formas de arte. Muchísimas gracias a ti @MarMarolayo en especial, y a todas las personas de bien para que juntos luchemos por la #intolerancia y #justicia ante la #ViolenciaDeGénero. Saludos y, de nuevo, enhorabuena por la iniciativa 👍


miércoles, 10 de enero de 2018

CARTA ABIERTA A UN MISERABLE, EN RECUERDO A DIANA QUER

Chicle:

Con todo mi desprecio y sin incertidumbre, al margen de la justicia que te apliquen, te condeno al ostracismo eterno, por tu crueldad y tus brutales actos, por ser un asesino de mujeres y, sin escrúpulos, deshacerte de ellas como despojos.

A ti, que no tienes consideración ni dignidad, que callas tus delitos, te condeno al más lúgubre calabozo, deseando que tu existencia sea larga, insoportable y llena de silencios, tan solo rotos por los ecos de los gemidos de las víctimas que causaste.

Como no mereces la vida, te condeno a no tener derecho a un mañana.

Imagen: tertia van rensburg, vía Unsplash: https://unsplash.com/tersh4u

©María José Gómez Fernández

Microrrelato publicado en Cinco Palabras, 2ª semana de enero, 2018.

Leído en Onda Cero Sierra y publicado en el canal de Cinco Palabras en YouTube.


Quiero compartir este vídeo y este momento con todos los seguidores del blog.

Esta mañana (11/01/2018) un mensaje y un tuit de @MarMarOlayo me iluminaron la cara con ilusión y emoción porque mi microrrelato les había gustado y iba a ser leído en un programa de Onda Cero Sierra; pero al mismo tiempo me recorrió un viento frío por dentro pensando en el tristísimo desenlace de Diana Quer a manos de un miserable, ya que ese relato que es un recuerdo para ella y un homenaje.
En cuanto a la Asociación Cinco Palabras y al programa de @moniccaRM -Mónica Rodríguez-, un equipo estupendo, un ambiente envidiable, una iniciativa generosa, humana y rebosante de diferentes formas de arte. Muchísimas gracias también por aquí a todos, Cinco Palabras y a ti @MarMarolayo en especial, a @OndaCeroSierra y a todas las personas de bien para que juntos luchemos por la #intolerancia y #justicia de #delitosbrutales y más aún contra #Mujeres . Saludos y, de nuevo, enhorabuena por la iniciativa 👍

lunes, 28 de agosto de 2017

Ojalá no nos encuentren


Sentía su vida como un carrusel, siempre girando en torno a las mismas razones por las que luchar, pero con variantes en cada vuelta: luz ambiente, personas, objetos y todo diferentes, incluso ciudades y pueblos distintos, de feria en feria.

Se recolocó las gafas de sol y miró al horizonte, donde un barco de vela,  empujado por el viento, parecía revolotear en la lejanía como una mariposa. Subió al coche, sacó un mapa de carreteras de la guantera, lo extendió y sin mirar puso el dedo en un punto.

Debía irse con sus hijos, alejarse para seguir luchando, para sobrevivir.


Microrrelato publicado en Cinco Palabras, 5ª semana de agosto 2017.

©María José Gómez Fernández


domingo, 10 de julio de 2011

Trapos sucios

Bebió de un trago la copa, dejándola en seco en la barra. Miró hacia el suelo sin ver. Pensó sólo un segundo. Cogió las llaves, el tabaco, se colgó el pesado bolso, se levantó con decisión y se dirigió hacia la salida. Necesitaba aire fresco, dejar de pensar en lo que había ocurrido la noche antes porque no conseguía sacárselo de la cabeza: una y otra vez le volvía al recuerdo la misma imagen. Tal vez si lo compartiera con alguien le pesaría menos. Pero no fue capaz de hacerlo hasta que pasaron tres meses, tres largos meses de angustia, de incomprensión, de inexplicable culpabilidad, de sentirse como si fuera insignificante, sin valor, como si fuera nada. Se lo contó una buena mañana, de repente, a la que entonces era su jefa, también amiga, que la escuchó sin dar crédito a lo que oía, indignada, y que tras escucharla la reprendió por no haberlo contado antes. No entendía cómo había podido callar durante tres meses.
Pero era ahora cuando sentía que podía, que necesitaba hablar, compartir, escuchar el parecer de su interlocutor. Notaba que le habían vuelto las fuerzas para afrontar las cosas en su justa medida y también se dió cuenta de que después de éso todo sería diferente. Sin duda su vida iba a cambiar, empezando por sus sentimientos hacia él, que durante varios años se las había ingeniado para hacerla sentir inferior, mediocre, minimizando sus valores, desvirtuando sus destrezas, situándola en un segundo plano, haciéndola pensar que dependía de él para todo, cuando en realidad era todo lo contrario porque el mediocre, el escaso en valores, el dependiente de ella era él.
Los últimos tres años, sobre todo, fueron un auténtico infierno, cada vez peor, y ésto era porque ella se negaba a ser la piltrafa en la que él la quería convertir a base de palabras, a solas y delante de la gente.
El maltrato psicológico dió un paso más. El respeto ya había salido por la puerta, el amor también a pesar de que él le decía que la quería más que a nada. Pero nadie que quiere y respeta trata con prepotencia, con sadismo, con desprecio.

Ella lo amenazó con ir con sus hijos a denunciarlo a comisaría, en plena noche. Le plantó cara y le dijo con valentía que le diera otra si tenía dos cojones.
Las cinco de la madrugada y ella sentada en la cama, con la cuna de su bebé al lado, el pequeño llorando -como todas las noches-, desesperada por no poder dormir una noche tras otra, desesperada por no tener relevo en la vigilia del niño, le pidió que estuviera pendiente porque dos horas más tarde el despertador la volvería a situar en otro día repleto de obligaciones. La respuesta de él no fue precisamente la de alguien que ama y respeta: sin cruzar palabra se levantó de la cama, pero no para atender al crío, sino para desde una posición dominante demostrar quién mandaba. La fulminante bofetada la dejó por un instante clavada en el colchón, haciéndola aún más diminuta de lo que sentía. Descargó toda su rabia y toda su envidia hacia ella con un golpe certero en la mejilla, propinado con la mano bien abierta, con los ojos desencajados, no de sueño, sino de rencor, de desprecio, todo contenido, explosionado en una sola detonación que la dejó más helada que el frío de aquella noche de mediados de noviembre. A punto estuvo de lanzarle otra descarga, la mano alzada, abierta otra vez, pero la fría mirada de ella, sus palabras cortantes lo hicieron recapacitar. No se la dió porque pudiera ser denunciado, aunque le influyera. En realidad no le volvió a pegar porque ella le dijo que a partir de ese instante nada sería igual, habría un antes y un después.

Una noche como aquella fría noche, que la dejara paralizada y sin capacidad de reacción por tres largos meses, un año más tarde: nada era ya igual. En todos esos meses le dijo que no lo quería, que quería separarse, que no lo soportaba. En todos esos meses convivió con quien decía quererla pero le reprochaba todo. Tuvo que aguantar las miradas afiladas, sentirse espiada, la angustia de poder ser agredida de nuevo. Tuvo que alzar la voz para que algún vecino se percatara de que algo extraño estaba ocurriendo, para que alguien más supiera. Tuvo que compartir la casa, pero no la cama ni la mesa, con quien decía quererla pero le demostraba odio. Un año después, una noche como aquella, ella dormía de nuevo en su cama, plácidamente, sola y bien acurrucada. Acababan de firmar el divorcio. No consentiría que nadie volviera a tratarla como si fuera nada, no consentiría que nadie le pusiera nunca más una mano encima.

En Enwebada, en Micros.




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