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domingo, 27 de enero de 2019

SI TE VAS, NADA ES IGUAL PERO TODO SIGUE IGUAL - Partes 1 a 17 - Recopilación


1

Esa noche, el reflejo AMARILLO de la LUNA y su gran tamaño la hacían singular; posiblemente el reciente eclipse y la polución ambiente favorecieran el espectáculo, pero a Lambreta eso le daba igual.
A Lambreta -lo apodaban así por la motillo que solía conducir-, esa noche, y todas, el satélite le daba igual y solo percibía que se veía espectacular mientras articulaba lentamente: “¡¡¡a-lu-ci-nan-teeee!!!”, y quitando eso, casi todo le importaba un comino, debido a su INSEGURIDAD, que refugiaba y disimulaba en sus cigarrillos de HACHÍS, según él, para relajar la tensión por la partida de Esther, su único AMOR.

©LoggaWiggler, libre de derechos

2

El FÚTBOL era una de esas cosas que importaban a Lambreta, aunque ahora como mero espectador porque casi siempre iba “puesto”, más aún desde que Esther se fue. Algunas tardes se asomaba a la CANCHA y disfrutaba con cierta nostalgia de los vaivenes del balón, de un pie a otro, pero al rato, con el “puntillo” hasta se mareaba intentando seguir la pelota y entonces se iba.
Las MOTOS eran otra de las cosas con las que Lambreta flipaba un rato. Le gustaba arreglar su motillo en el JARDÍN de al lado, pero con ayuda de su amigo el “CHOPO”.
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3

El “Chopo” sí que sabía de mecánica, y encima su PERSEVERANCIA le ayudaba a arreglar las averías inusuales; su EMPATÍA con los clientes favorecía su éxito, así que su taller siempre andaba sobrado de motos y coches. Pero Lambreta no tenía esas cualidades y solo se atrevía a cosas básicas mientras su amigo le arreglaba lo importante.
Esther le decía que buscara ver la LUZ de las cosas y que ante cualquier problema tomara OXÍGENO para relajar, que así se lo habían enseñado a ella en el HOGAR, pero Lambreta solo veía lo positivo de la vida con un “puntillo”.
©Timon StudLer, libre de derechos.

4

Esther estuvo unos años en el “Hogar”, un lugar para desintoxicación y reinserción social, pero Lambreta nunca se atrevió a dar el paso; él decía que podía dejar toda aquella mierda por sí mismo pero se equivocaba. Esther le contaba que el “Hogar” no era solo para ir al médico, a veces jugaban al BALÓN, pero otras empleaban el tiempo en volver a aprender a AMAR la vida. También aprendían a CREAR cosas útiles que luego podrían vender, y les servían para poderse AYUDAR a sí mismos. Era algo muy serio pero lo hacían tan sencillo que era como JUGAR.
©PublicDomainPictures, libre de derechos.

5

En el “Hogar” Esther se sentía CONTENTA porque verdaderamente allí tenía motivos para ser de nuevo FELIZ: aprendía cosas, conocía nuevas amistades, veía el lado positivo de la vida, la gente era GENTIL y en muchas ocasiones la hacían SONREÍR con esa MARAVILLOSA sensación que te produce la felicidad sincera, la sonrisa abierta, la risa a mandíbula batiente. Lambreta solo la visitó una vez en el “Hogar” porque, según él mismo decía, allí se sentía fuera de lugar y hasta Esther le decía que ese sitio sí era su lugar y que le haría mucho bien acudir allí y tratarse.
©Alexas_Fotos, libre de derechos

6

Esther intuía que la vida es como un TEATRO, pero que a pesar de las representaciones de personajes indeseables que en ocasiones hay que interpretar uno debe terminar la función dejando íntegra su DIGNIDAD, y por eso hay que LUCHAR sin bajar la guardia, GASTAR todos los recursos necesarios para alcanzar el objetivo propuesto, y en el “hogar” la ayudaban a que todo le resultara más fácil. Ella quería que sus días pudieran escribirse en una AGENDA, rellena por ella misma, y poco a poco lo iba consiguiendo.
Pero Lambreta ni siquiera pensaba en esas cosas, solo en sus “vuelos”.

7

Lambreta iba siempre perdido, aún más desde que Esther se marchó; lo suyo consistía siempre en INVADIR su propio espacio y el de los demás MIENTRAS inconscientemente rozaba límites OPACOS que comprometían su integridad física y mental. Cómo iba él a tener cabeza para tanta “comedura de tarro” como le sugería Esther en su cartas, ¡y encima le costaba un huevo leerlas!; cuando se tumbaba en el CÉSPED del parque para leerlas, se le amontonaban las letras y las palabras en el papel, las líneas se subían y bajaban, no entendía casi nada, todo era un DILEMA… “Te quiere, Esther”.

8

Una LIBÉLULA sobrevolaba el césped y Lambreta se perdía con su vuelo, entonces se detenía en el azul del cielo y se acordaba de los bancos de CORAL que a veces veía en algún documental de la tele.
Bueno, la cosa es que dice que me quiere; eso está bueno.
Del resto de palabras ni caso, ni pajolera idea, como si la carta la hubiera leído un TROGLODITA al que, por ejemplo, le hablaran en una conferencia sobre PARTENOGÉNESIS o tipos de tejido ÓSEO.
¡Es que esta mujer se está comiendo mucho la cabeza en el sitio ese… el “hogar”!

9

¡Qué rollo el sitio ese!, no sé cómo esta mujer lo aguanta -pensaba Lambreta-.
Entre tanto se ponía como una LOCOMOTORA fumando al estilo artesano y compaginándolo con el CACHIVACHE ese… ¿cómo se dice? -se preguntaba-, ¡ah, sí, la cachimba, tío!
Y cuando ya estaba muy muy puesto se imaginaba a Esther como tal vez nunca la había visto: en ropa interior de color ROJO PASIÓN se insinuaba contoneándose delante de él, generando unas curvas que ya les podía tener envidia cualquier circuito de carreras de moto GP de esas que dan por la tele.
Este era el mejor JUEGO.

10

Mientras, en el “hogar”, Esther buscaba otras técnicas de relajación y de evasión: RESPIRAR, inspirar, expirar, pausadamente, con los ojos cerrados imaginaba el COSMOS, y entre tanto practicaba la postura JANUSHIRASANA. Después de haber practicado un buen rato la relajación por vías naturales y sanas se sentía como un ÁGUILA, grande, libre, con capacidad de volar, sobrevolar, posarse en un risco y observar su presa y el entorno; y los suyos eran salir de la miseria donde había caído junto con Lambreta, nada bueno por lo que estaba comprobando día tras día junto al resto de los ALUMNOS del “hogar”.

11

La cuestión es conseguir ponerse en paz con el ESPÍRITU, cada cual a su manera, aunque haya maneras más desdeñables que otras. Unos encuentran el sosiego del ALMA acomodándose en la religión porque creen en un Dios; en el “hogar” les insistían en las bonanzas de creer en CRISTO y seguir sus enseñanzas; en la calle, Lambreta no creía más que en su propio Dios, la necesidad y que todos los días estuvieran repletos de sus necesidades básicas, sus perrillas en el bolsillo y su porrito, como las plantas necesitan el sol, la TIERRA y el AGUA. Solo faltaba Esther.

12

ESCAMOSA diatriba para algunos esa de cómo ponerse en paz con uno mismo, para los que se hacen planteamientos existenciales pero no para Lambreta, y menos aún cuando se encuentra en uno de esos momentos transcendentales de su cuelgue, con el ojo derecho ENTREABIERTO para que no le entre el humo del cigarrillo que lo HIPNOTIZA mientras su boca semeja la chimenea de un volcán ESCUPEFUEGOS y su pensamiento vaga, divaga, viaja, regresa y vuelve a marcharse de una idea a otra, de un sentimiento a otro, VOLÁTIL escaparate de futuro incierto… Quiero ver a Esther.

13

Cuántas veces habían hecho planes, con mayúsculas, como una MONTAÑA de grandes: tener un BEBÉ, comprar una MOTO con sidecar, una CASA con un gran jardín… Pero nada se había llegado a consumar, como si la realidad lejos de dilatarse tuviera la capacidad de contraerse; los planes, los sueños habían quedado en eso, y menos mal que soñar es gratis. PENSAR y soñar era lo que más hacían, Esther ahora en el “hogar” y Lambreta en sus descolocadas salidas y entradas, y seguían haciendo planes. Cada cual a su modo quería volver a ver al otro.

14

Lambreta decidió con firmeza echar unas horitas en el taller de El “Chopo” como medida de PREVENCIÓN económica; necesitaba metálico para ir a ver a Esther. El “Chopo” le ofreció trabajillo y algo de dinero, y también lo acompañó al “hogar” pero lo esperó en la puerta.
DIÁLOGO entrecortado con Esther, necesidad de obtener PERDÓN, propósito de enmienda para no caer en los mismos errores, pero Esther no estaba preparada aún para salir y tampoco sabía si quería.
Con EDUCACIÓN y por el AMOR que aún le profesaba se despidió de Lambreta prometiéndole una visita para navidades porque tenía permiso.

15

Efímera y sorpresiva EXISTENCIA que finalmente les permitió encontrarse en tierra de todos y de nadie, en los lugares y casas habituales. Lambreta se puso su mejor camiseta, vaqueros, chupa y cinturón para la ocasión: noche en FAMILIA, como manda la tradición impuesta por tantas GENERACIONES, con su INOLVIDABLE cena y los dos frescos, sin influencias de ninguna sustancia salvo unos vinos para acompañar.
MAJESTUOSO giro de acontecimientos, al menos de aquella noche. Esther tenía tres días de permiso, el primero había sido sublime aunque habría que estar ojo avizor con las siguientes jornadas. Dicen que la Navidad es mágica.

16

¡Tres días, tres días!, pocos o muchos para poner a prueba la FORTALEZA interior de los dos. En algún momento a Esther se le venía al pensamiento “el Hogar” y algunas de las acciones de VOLUNTARIADO que realizaban porque pensar en todo eso le reforzaba su EMPEÑO por VIVIR plenamente, no al límite, como acostumbraba Lambreta; eran cosas diferentes pero él se empeñaba en confundirlas muy a pesar de que se lo explicara muchas veces.
Tenían la buena INTENCIÓN de dejar de lado las malas influencias para remontar las dificultades que acarreaban. Esther pensaba en plural pero ¿y Lambreta qué?

17

La tarde se presentaba fría pero con buena ropa de abrigo invitaba a pasear la calle, tomar algo en un bar y verse con los amigos. Lambreta pensó con rapidez en todo eso y le propuso a Esther salir un rato.
– Bueno, no estaría mal que nos diera el aire.
– Podemos ir al “Why Not” y hacer unas dianas mientras tomamos una copa o unas birritas.
– No me apetece mucho ver gente que me haga preguntas pero creo que sabré salir al paso. ¡Ah! y tampoco quiero fumar ni meterme nada, ¡y confío en que tú tampoco lo hagas!.
– ¡Pero tía!, ¿un “cigarrito” sí que podré fumar, no? ¡que es Navidad!
– ¡Ya empezamos! Mira, haz lo que quieras. Si las cosas se ponen de no gustarme me abro y ahí te quedas.
– ¡Joder, vaaaaale, tranqui!
– Me está costando mucho apartarme de estas mierdas. No sé ni cómo me mantendré cuando salga dentro de un mes, ni qué haré. Mis padres se están dejando una pasta y yo no quiero fallarles, pero tampoco están dispuestos a seguir pagando esta ruina de vida y este alquiler, y tienen toda la razón. No puedo fallarles. -Lambreta la miraba con los ojos perdidos, gesto de extrañeza y la boca entreabierta-. Dicen que cuando salga del “Hogar” nos pagarán el alquiler unos meses mientras encuentro un trabajo, y ¿sabes?, pienso trabajar en lo primero que me salga, tengo que hacerlo.
– Está bien nena, no te enfades, que cuando te enfadas hablas mucho y me pierdo.
Esther lo miró clavándole los ojos pero suplicándole a la vez.
– Vamos a intentar tener una vida sin problemas, los dos queremos. Estoy reventada de depender de personas, de sustancias, de verme rodeada de incidentes…
– Vale cariño -la interrumpió, besándole los labios para callarlos-, lo que tú digas. ¿Nos vamos ya?


©María José Gómez Fernández

Estas partes fueron originalmente publicadas en El Doblao del Arte. Hasta otra nueva recopilación, puedes seguir el relato completo y las nuevas partes en: https://eldoblaodelarte.wordpress.com/tag/lambreta/
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