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lunes, 25 de febrero de 2019

Momentos de bloqueo

Espero que las musas se apiaden de mí -decía hace unos días, y lo sigo diciendo-.

La rutina cotidiana, vorágine de ocupaciones y vaivenes físicos y mentales impiden que se instale y se acomode la tranquilidad necesaria para crear. Así es muy difícil que la inspiración llegue, que las musas acudan...

El tropel de aconteceres va dilapidando tu intención con la misma intensidad que el agua cae desde una catarata, después, una y otra cosa, más otras que van surgiendo se precipitan en caudal y se van juntando en un lago, salpicando mil ocurrencias, que al caer se confundirán con el resto.

Desde que te levantas, sin parar -y si es lunes, puede ser hasta peor, no sé por qué pero no soy la única a la que le ocurre-. Atizas el despertador con mala gana, como si su insistente alarma te zarandeara sin piedad; con los ojos medios abiertos, medio pegados, consigues poner los pies sobre la alfombra. ¿Dónde está la alfombra?; se la ha vuelto a llevar el perro en mitad de la noche. Da igual, te levantas y pisando sobre el suelo frío llegas al baño y cuando sales de allí ya ves que vas entonando otra dignidad en el porte. Siguiente destino: la cocina y un café, así que mientras que se hace -no tarda tanto-, levantas todas las persianas y abres todas las ventanas que tienes más cerca, asomas la nariz y cotilleas qué tal día hace, bostezas y vuelves a la cocina -como vuelves a los brazos de tu amado- para servirte ya el café, que por lo general asociamos con ese sentimiento de empezar a funcionar como personas. Luego hay que vestirse, pintarse la sonrisa, no olvidar nada, salir corriendo, aguantar atascos, aguantar en el trabajo, solucionar, solucionar, atender, atender, escuchar, responder, a ritmo vil, lo que acaba bloqueando la cabeza como un muro de piedras que tapona la salida de una cueva. Cuando después de almorzar y descansar un poco quieres empezar a derrumbar el muro, a evocar a las musas, alguien te necesita en casa o algo requiere tu actuación urgente, y piensas que no hay derecho, que esto es la muerte a pellizcos y que solo quieres tener calma para dar rienda suelta a tus dedos y que escriban lo que en tu cabeza bulle, si es que hay algo. Luego teléfono, cena, preparativos, y sin lectura, a dormir.

Esta es mi aportación para  de , 25 de febrero 2019.

Publicado en @divagacionistas: Recopilación de relatos del mes de febrero.
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