viernes, 5 de enero de 2018

La singularidad y su sombra

Cuando el sol se pone
todas las tardes sin nubes rondando,
puedo oír en lontananza
voces bastardas
que llegan desde el mar,
o voces desgarradas
que lloran pidiendo paz,
o griterío de niños
que han olvidado cómo jugar,
o vocerío e hipócritas golpes de pecho
que suenan como rezos...
y no solucionan nada,
de nada sirven.

Photo by Steve Shreve on Unsplash

La singularidad apartada,
el compás de mil latidos,
la sordera colectiva,
las promesas diplomáticas...
no solucionan nada,
de nada sirven.

Y cada vez se crece más
el rugir del requiebro
y a su lado, pegada,
la sombra del olvido.

Y no solucionan nada,
de nada sirven
la singularidad y su sombra.

©María José Gómez Fernández

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