martes, 5 de julio de 2011

Verano interminable

Tomada por Marcos Vázquez Vidal,
Cádiz 2004
Retorcida
entre las horas de la noche
y alentada
por el hastío al estío,
escucha pasar el silencio lento
de los coches,
del neón,
del led incipiente,
de alguna discusión
entre escasos transeúntes,
que nutren de vida
el asfalto aún caliente.

No puede conciliar el sueño
el gato azul de las pesadillas,
ni la ingrata madurez
que aporrea los años
persiguiendo sus talones,
mordiendo con varices
las pantorrillas.

Engalanada de ojeras,
con el cansancio a cuestas
afronta el amanecer,
casi desde su nacimiento.
Sin fuerzas, sin ganas,
desmotivada
por el maltrato
que a diario
la vida le depara,
levanta el cuerpo de la cama,
lo lleva hasta la ducha,
lo inyecta con café cargado,
con buenas intenciones,
lo viste con engaños,
con esperanzas y argucias,
lo tapa con algún trapo
y lo saca reventando
a que enfrente el día.

Mientras,
se enroscan las apariencias,
se disparan las excusas,
se enumeran negativas,
se divisan las mentiras,
la vida sigue, quería decir,
y sube la temperatura
haciendo más insoportable
la levedad del aire,
vulnerable como la sensibilidad
herida
de un amante.

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